por Carlos Augusto Evia Cervantes.
Ponencia presentada en el VII Congreso Nacional Mexicano de Espeleología, organizado por la Unión Mexicana de Agrupaciones Espeleológicas en Cuetzalan, Puebla durante los días del 2 al 5 de Febrero de 2007.
En el estado de Yucatán se cuenta un mito entre los hombres del campo, se trata de un relato que menciona a un hombre que vive en estado de salvajismo. A través de la literatura antropológica se ha detectado versiones similares en las sociedades indígenas del sur y sureste mexicano. El objetivo de este trabajo es exponer parcialmente los avances de la investigación acerca de este mito y ofrecer una hipótesis preliminar a tan interesante relato.
En las narraciones del Salvaje se le describe con una apariencia que es casi humana. A veces se dice que vive con su pareja y con otros de su especie, también salvaje. No habla como los humanos sino que gruñe como los animales; se cuenta que es agresivo con los hombres, rapta a las mujeres y come a los niños. También dicen que roba las piezas de ganado, toma los frutos y otros productos agrícolas en tiempos de cosecha.
Por todo lo anterior, el temido Salvaje exhibe una conducta que parece transgredir las normas de convivencia humana lo que genera conflictos con las comunidades cercanas en donde vive. Su área natural de existencia parece ser los confines poco frecuentados por los habitantes de los pueblos. En las versiones yucatecas se le relaciona muchos con las cuevas. De vez en cuando el Salvaje sale de esos sitios y se aproxima a los pueblos. Cuando los campesinos van a sus milpas, de cacería o a leñar y se acercan a los límites del espacio conocido, entonces ven al mítico personaje.
Como parte del método de investigación fue necesario hacer una revisión bibliográfica del tema pues se sabe que algunos mitos están distribuidos ampliamente en todo el mundo. Además, con esta acción podemos encontrar las probables similitudes entre el mito universal y su correspondiente versión local. Siguiendo esta estrategia mínima de aproximación se consultó a una diversidad de fuentes relacionadas con el mito y se encontró que ciertamente éste ha sido registrado en muchos lugares.
El Mito del Hombre Salvaje en el Mundo
Desde tiempos remotos las culturas de las distintas partes del mundo han recreado relatos sobre seres semihumanos que viven en bosques y selvas impenetrables. El mito del hombre salvaje tiene profundas raíces populares gracias a una larga tradición oral; ha estado siempre presente en los relatos de Europa y se cuenta que este ser vive en los confines inmediatos de la comunidad. Se le atribuyen conductas negativas tales como lascivia, canibalismo, ingestión de carne cruda y comportamiento animal. (Bartra; 1998: 14-27).
Sólo para tener una idea de la distribución de este mito vale la pena mencionar al Yeti o abominable hombre de las nieves, reportado en China y Mongolia; el Sasquatch o Pie Grande en Norteamérica (Navarro; S/f: 295) y el Mapinguary, en Brasil (Shuker; 1992: 178-179). Tanto europeos como aborígenes que viven en Australia afirman haber visto al Yowie, criatura homínida, velluda, semejante a un gorila (Ang; 1996: 365). En España, los estudiosos de la tradición oral señalan repetidamente a un hombre salvaje llamado Basa Jaun, que vive en las cavernas de los bosques (Marliave; 1995: 27-28). Todos ellos son parte de este mito que se compone de un enorme conjunto de relatos.
El Mito del Salvaje en el Sureste Mexicano
Tratando de seguir un orden de presentación que va de lo general a lo particular, toca mencionar las versiones reportadas en la zona sur y sureste de México. El primero de estos casos se consigna que, entre los mazatecas que viven en la región norte del Estado de Oaxaca, hay un relato que menciona a un ser llamado el Salvaje. Éste vivía con su mujer en una cueva del Cerro del Encanto. Se dice que el Salvaje era grande y peludo, pero sus pies estaban volteados, es decir, los dedos los tenía hacia atrás. Debido a que asustaba a la gente del lugar, dos personas decidieron cazarlo, pero fracasaron en su intento pues sólo con verlo se aterrorizaron. Después de la experiencia se enfermaron del susto. (Colombres; 1982: 37-39).
El segundo trabajo es el de un reportero de principio del siglo pasado, quien narró que una vez el presidente de aquellos años, el general Porfirio Díaz, afirmó haber dado muerte a grupo de hombres que vivían en estado salvaje en unas cuevas ubicadas en Oaxaca. Esto lo hizo porque los salvajes habían secuestrado a las mujeres pertenecientes a un grupo indígena. Díaz, según el reportaje, dijo que examinó a los extraños seres; tenían mucho pelo y eran muy fuertes, pero tenían facciones muy humanas. (Anónimo; 2004:15)
El tercer reporte proviene del estado de Tabasco, en donde hay una cordillera llamada El Madrigal. Se dice que allí vive un extraño personaje desde épocas inmemoriales que es conocido como El Salvaje. Se sabe que es nómada y recolector. Se dice que es de gran estatura y sumamente piloso. Vive en las cuevas del cerro y se comunica con gruñidos. Cada noche hace algo que parece un ritual antes de unirse a su compañera. Duerme en una cama que elabora en la copa de un árbol (García; 1991: 87-88).
La cuarta fuente escrita se halló en una revista que se especializa en lecturas para niños. La publicación ofrece una serie de mitos considerados representativos de la nación mexicana. En este ejemplar aparece una versión del mito que se comenta ahora. Señala que el Salvaje es enorme, que vive en lo más profundo de las selvas, tiene los pies al revés y hace un enorme estruendo al derribar árboles que estorban su paso. No puede doblar el cuerpo y tiene el vientre abierto. Las balas no lo hieren. A pesar de lo anterior, si escucha música, se vuelve manso como un corderito, ésta es la manera de dominarlo (Johnston; 1979: 1549).
El Mito del Hombre Salvaje en Yucatán
Ahora toca presentar las versiones bibliográficas de Yucatán. Con ese objetivo se ha revisado la producción de los escritores vernáculos que mejor representan esta actividad.
El mito del Hombre Salvaje estaría representado por un personaje llamado Che Uinik, habitantes de los bosques, descrito como un ser de enorme cuerpo, musculoso pero sin coyunturas y huesos. Por este motivo, este gigante no puede acostarse en el suelo para dormir, ya que le sería muy difícil levantarse. Duerme de pie o recostado en el tronco de los árboles y sus pies están invertidos, es decir, con los talones por delante y los dedos por detrás. Su voz es como el ruido del trueno. Al caminar, el Che Uinik, se apoya en un bastón hecho con un tronco de un árbol y puede devorar a alguna persona perdida en el monte, que de hecho es su comida favorita (Peniche: 1999, 49).
Otro caso es el que presenta un periodista y se trata de un inquietante rumor en las comunidades del municipio de Tecoh: un hombre de las cavernas, de dos metros de altura, cabello muy largo y cuerpo muy peludo. Deambula durante las noches por brechas y caminos blancos en los profundos montes altos del Sur del Estado. También se le ha encontrado en los montes bajos más cercanos a los centros de población. Quienes lo han visto juran y perjuran que es espantoso, que más bien parece un gorila o un oso, pero que camina erguido y conforme avanza deja escuchar un ronco jadeo. Otras personas no lo han visto directamente, pero si han visto sus huellas (López; 2000: 97).
Conclusión
El mito es una manera de expresar y condenar las pautas negativas de la convivencia comunitaria. Los relatos no enuncian abiertamente las infracciones a las normas, pero si exhibe a que quienes lo hacen como seres indeseados; de hecho, no se les considera como parte del grupo social, pues habitan en cuevas del monte o selvas. En fin, viven al final de lo conocido por la comunidad. Se colige que, el individuo que siendo parte del grupo, y que cometa una acción de este tipo puede ser expulsado o al menos rechazado. Indirectamente se valoran positivamente las pautas de conducta que sirven para posibilitar la armonía del colectivo social y para reforzar la identidad de los individuos y grupos que comparten este mito.
Debe destacarse que en este mito, la cueva tiene una función simbólica muy importante, que es la de representar el umbral del mundo indígena conocido. Las condiciones naturales de las grutas (oscuridad, abismos, agua y animales) favorecen la permanencia de este símbolo en la cosmovisión de las culturas autóctonas. Por esta razón la visita a las cuevas de las zonas indígenas debe hacerse con el debido respeto a las creencias ancestrales y con la autorización de los habitantes de esas regiones.
Bibliografía
- Ang, Gonzalo. 1996, Rumbo a lo desconocido. México. Reader´s Digest.
- Anónimo. 2004, “¡Existen los Pie Grandes mexicanos!”. En revista “Semanario de lo insólito” Año XIV, Nº 674. Flores Muñoz, José María (editor). Mina Editores. México, p. 15.
- Bartra, Roger. 1998, El Salvaje frente al espejo. México. Ediciones Era y Universidad Nacional Autónoma de México.
- Colombres, Adolfo. 1982, Relatos del mundo indígena: Antología. México. Secretaría de Educación Pública – Diana. pp. 37-39
- García Juárez, Julio César. 1991, Tipos, leyendas y tradiciones de Tacotalpa, Tabasco. Ed. Ayuntamiento Constitucional de Tacotalpa, Tabasco 1989 – 1991.
- Johnston, Tony. 1979, “Animales Fantásticos”. En Colibrí, Enciclopedia Infantil No 97. México. Consejo Nacional de Fomento Educativo, SEP / SALVAT
- López Méndez, Roberto. 2000, Leyendas y cuentos contemporáneos del Mayab. Mérida. Maldonado Editores – PACMYC.
- Marliave, Olivier de. 1995, Pequeño diccionario de Mitología Vasca y Pirenaica. Ed. Alejandría. Barcelona.
- Navarro, Joaquín. S/f, Grandes Enigmas de la Humanidad. Barcelona. Editorial Océano.
- Peniche Barrera, Roldán. 1999, Mitología Maya: 15 seres fabulosos. Ed. Comercializadora S.A. de C.V. Mérida.
- Shuker, Karl. 1999, Atlas de lo inexplicable. México. Ed. Diana.